Nos encanta incorporar siglas, pero esas tres consonantes incluyen conceptos que es importante visibilizar. Las JRC fueron las primeras jornadas regionales de corrección. Y elijo no usar las mayúsculas para que no quede en un nombre propio y único, sino que queremos que estas jornadas se pluralicen y se conviertan en sustantivos comunes.
Ser las primeras tiene sus ventajas: siempre van a ser las primeras, dejan abierto un camino para seguir construyendo y creciendo. También son la oportunidad de aprender qué sí y qué no.
Algo que sí. Estas jornadas pudieron llevarse a cabo uniendo dos fuerzas que han demostrado las ventajas de trabajar juntas: la Asociación Uruguaya de Correctoras y Correctores de Estilo (¿estamos en un buen momento para visibilizar a las correctoras desde el nombre de la asociación?) y la Unidad de Estudios Editoriales de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Esa unión permite que la profesión en Uruguay se muestre bien posicionada y en un momento de expansión.
Otro sí fue la convocatoria. Y no son solo números. En las ponencias y paneles participamos 42 personas, entre ponentes y moderadoras. Concurrieron más de 180 participantes en dos días llenos de temas, de enfoques, de ideas que se activaban, de palabras que generaban charlas en los pasillos y en los cortes.
¿Que pueden haber sido muchos temas y que hubiera sido mejor no tener que elegir qué ver? Puede ser un posible no. Pero también fue la oportunidad de que en dos jornadas se presentaran tantas ponencias, que haya quedado «algo para después», que el interés luego decante en ganas de profundizar.
La profesión estuvo en el centro de las conversaciones, los posibles escenarios en los que se desarrolla y puede seguir ampliándose: la prensa y el mundo editorial; las expectativas al comenzar la carrera; la creación de cargos en el Estado; el rol de la corrección en la accesibilidad y en la perspectiva de derechos; las herramientas de lenguaje claro y lectura fácil con sus semejanzas y especificidades; el diseño y sus formas de comunicar; el trabajo interdisciplinario y colaborativo; las nuevas formas de vendernos; la inteligencia artificial como parte de nuestras realidades. Todo fascinante y todo ampliable.
Y para que esas mesas tuvieran su lugar, hubo 20 personas que trabajaron de manera colaborativa en reuniones periódicas, en intercambio de ideas, lecturas, traslados, consultas a toda hora, llamadas, decisiones pensadas y rápidas, comunicaciones, redes, diseño, entre tantas otras. Todo fue hecho con mucho cariño y mucha cabeza.
En suma, en estas jornadas hubo muchas personas. Personas que piensan, personas que quieren que sucedan cosas, personas que gustan de trabajar juntas y de aprender. Porque como lo vimos en las jornadas, es un mito que la tarea de corrección sea una tarea solitaria. Y como lo dijo Felipe al cierre, AUCE no es un ente abstracto, AUCE somos personas que nos unimos y trabajamos juntas. Y esta experiencia nos permitió mirarnos, reírnos, entusiasmarnos. Ya es hora de ir pensando en nuestras próximas jornadas. ¿Te sumás?