Celebración del Día Internacional de la Corrección de Textos
El 18 de octubre, Neuman nos acercará a María Moliner, a través de su obra Hasta que empieza a brillar, en la que nos descubre a quien hizo del amor por las letras su pasión:
“Las montañas de Paniza eran el mirador desde donde imaginaba sus primeras sílabas, ese cambio de altura entre las experiencias en primera persona y los recuerdos prestados”. (p. 21)
Una de las características de un corrector de textos: el orden, la rigurosidad y la autoexigencia.
“Para ella, el orden no era un gusto ni una ley, sino una urgencia íntima”. (p. 31)
La inquietud por la diferencia de trato entre hombres y mujeres en cuanto a lo intelectual:
“Al final del verano, María superó las pruebas de ingreso al bachillerato. De vuelta, tras su larga travesía, su padre se mostró demasiado orgulloso de ella: ¿tanto mérito tenía hacer lo mismo que muchos varones? ¿Sería portadora de alguna secreta incapacidad que aconsejaba exagerar sus logros?”. (p. 34)
Una ficha por palabra. Tantas llega a hacer que su modesta casa ya no tiene espacio para más cajas de zapatos donde las acumulaba: ya no era ella y sus fichas, sus fichas y sus términos la fueron absorbiendo.
“Doblaba los papeles con el sello de la Escuela de Ingenieros, los economizaba transformándolos. Dos fichas por hoja, un vocablo por ficha. Desgastaba su lápiz en los borradores de cada definición. Se quedaba conforme, transcribía la entrada en su Olivetti Pluma 22. Terminaba de hacer las últimas correcciones sobre el texto mecanografiado, con la maltrecha Montblanc de su padre”. (p. 174)
Cuántas veces, como profesionales y amantes de la corrección lingüística, nos encontramos a gusto con el lápiz entre nuestros índices: dispuestos a buscar lo impreciso en lo que leemos.
“Se sentía cómoda con un lápiz, con sus trazos provisionales, cambiantes, sin fijar. Y desconfiaba de las pretensiones del esplendor. Siendo precisa, para ella la lengua era esplendente: reflejaba la luz, la lucidez de quien la hablaba”. (p. 175)
“Cada bocado era una frase, una definición por digerir”. (p. 175)
“De 1950 a 1972” Neuman titula la parte de la obra en la que alternan descripciones de la vida diaria de María Moliner y los textos que ella creaba para cada término. Con gran creatividad, el autor nos va acercando a los textos que contendría el Diccionario.
“Amor. Para la Academia no pasaba de “afecto” (¿por qué no un sentimiento o una emoción?, ¿qué categorías oprimían los corazones de sus ilustres redactores?)”. (p. 169)
Acerca del expositor
Andrés Neuman (1977) nació y pasó su infancia en Buenos Aires. Hijo de músicos argentinos exiliados, terminó de criarse en Granada, donde estudió Filología, trabajó como profesor universitario y vive con su familia. A los 22 años resultó finalista del Premio Herralde con su aclamada primera novela, Bariloche. Le siguieron La vida en las ventanas, Una vez Argentina, El viajero del siglo (Premio Alfaguara y Premio de la Crítica), Hablar solos, Fractura y Hasta que empieza a brillar (Premio Archiletras de la Lengua). Ha publicado libros de cuentos como Alumbramiento y Hacerse el muerto; poemarios como Mística abajo, Vivir de oído e Isla con madre; el diario de viajes por Latinoamérica Cómo viajar sin ver; el elogio de los cuerpos no canónicos Anatomía sensible; el díptico sobre su hijo que forman Umbilical y Pequeño hablante; y el diccionario satírico Barbarismos. Obtuvo los premios Federico García Lorca y de Poesía Joven “Antonio Carvajal” (Editorial Hiperión), el Firecracker Award for Fiction, otorgado por la comunidad de revistas, editoriales independientes y librerías de EE. UU., y la Mención Especial del jurado del Independent Foreign Fiction Prize. Formó parte de la lista Bogotá‑39 y fue seleccionado por la revista británica Granta entre los mejores narradores en lengua española de su generación. Sus libros están traducidos a 25 lenguas.
Actividad libre y gratuita
Modalidad: Virtual (canal de Youtube de la RedACTE)
Fecha: Sábado 18 de octubre
Hora: 13:00
Inscripciones: https://redacte.org/actividades-2/